el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida
EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA
En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres
Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.
domingo, 20 de febrero de 2011
REALIDAD INVERTIDA
Hubo una eclosión inesperada. Nada hacía prever aquel estallido impresionante. Apenas unos segundos de pavor y el descontrol inicial fue cortado de raíz por un final precipitado. Los falsos profetas llevaban años pronosticando el fin del mundo, pero aquello no fue el final que los más derrotistas y agoreros podían haber imaginado. No nos dio tiempo ni para arrepentirnos de nuestros pecados.
La tierra se hundió bajo nuestros pies, desaparecieron las montañas, la tierra se tragó a sí misma con una avidez desesperada. Los árboles, los animales, la gente, el mundo entero se había dado la vuelta engulléndose hacia dentro y todo desapareció de la vista de nadie. Ya nadie podía ver que nada sucedía desde aquél momento, en aquel mundo. No fue morir ni desaparecer ni fue nacer a una vida distinta en el lugar que ocupaba la otra. No fue alternar los estados, ni ver la tierra ocupada por agua, ni los desiertos convertidos en catedrales gigantescas de montañas sombrías. No fue asistir al paso huracanado de un vendaval donde antes acariciaba la brisa. No fue descubrir el negro intenso de la noche, ni dejar de ver los astros y los planetas y el firmamento entero allí cuajado de todos sus mundos, sus círculos, sus agujeros, su terrible futuro. Era verlo todo allí mientras que el mundo que era el nuestro, la tierra que pisaba unos momentos antes, los amigos con los que hablaba, las sombras que se depositaban a nuestros pies, el kiosco de la esquina, las iglesias, los comercios, los coches, todo, había desaparecido.
No había sensación de soledad ni miedo. No había nadie que pudiera trasmitir lo que sentía. Los parajes surgidos del interior de la nada y del espacio eran absolutamente desconocidos, extraños y sorprendentes. Era Una combinación de tierra calcárea y arcilla negra, pequeñas rocas agujereadas con el interior vacío, rocas sin peso cuajadas de aristas que se desplazaban por el aire. Aire, si, había quedado el aire después que todo el humo hubo desaparecido. Un aire raro, plomizo, un aire con presencia física, como un velo excesivamente sutil para ser velo, era lo que podía verse desplazándose entre las pequeñas rocas vacías. Un aire que no era una sensación, sino algo visible.
Recordé que hacía muchos años había tenido un sueño en el que habían sucedido cosas parecidas. Pero cuando pude recordar lo que vi en el sueño, ya habitaba en este otro mundo diferente o paralelo, y desconocía como tuvo lugar su nacimiento, o si estaba siendo el reemplazo del anterior o si se movía en la misma galaxia. Era un sueño y como todos los sueños, estaba sujeto a los caprichos del subconsciente.
En aquella ocasión, queriendo darle verosimilitud al sueño, supuse con lógica que el mundo había desaparecido y yo habitaba un espacio exterior. Quería entender un sueño que había sido perfecto. No me hubiese importado que hubiese sido realidad. Y ahora estaba allí, viviendo en realidad un drama parecido. El aquella ocasión yo estaba sola. Ahora también.
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