el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida

EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA

En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres


Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.

jueves, 31 de diciembre de 2009


En Sotiel, leyendo a Pessoa


Lo cierto, creo que lo podría aseverar, es que el término “soledad” es más una razón mental que física, más un estado de ánimo que una realidad corpórea y visible. Cuando aparentemente estamos solos y aislados, completamente solos, como yo en estos momentos, podemos sentirnos absolutamente bien, y no es que no necesitemos la presencia de alguien, sino que exactamente como estamos es como queremos estar y como únicamente podemos sentirnos bien. Nos pasa a todos. Y tal vez, como ahora también, de quien mejor podemos estar cerca es de un perro vagabundo osado, impertinente, que se cree con derecho a preguntar no sé qué cosas…
La otra compañía que me mantuvo absorta hasta hace unos momentos fue la grata lectura de un libro de Pessoa, cuyas líneas han sido las que en cierto modo han originado y alentado estas expresiones escritas. Mientras leía me había llamado poderosamente la atención un párrafo entre toda la densa e interesante lectura, y me he detenido ahí leyendo y releyendo una y otra vez, como si no comprendiera bien o el argumento fuese tan profundo que mi escasa edad mental era incapaz de discernir con la más mínima lógica.
Decía Pessoa, completamente en serio:
“Sin duda en algún otro lugar es donde se pone el sol. Pero hasta en un cuarto piso abierto a la ciudad podemos soñar el infinito. Un infinito con tiendas debajo, ciertamente, pero con estrellas al fin. Es lo que me sucede en este acabar de la tarde, asomado a la alta ventana, insatisfecho del burgués que no soy, y triste por el poeta que nunca podré ser…”

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