el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida

EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA

En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres


Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.

martes, 27 de julio de 2010

Murciélagos por Vampiros


Se ha afincado en el barrio una colonia de pequeños rufianes voladores, negros, de perfil torvo y aguileño, con el insistente ademán demostrativo de la locura que les infiere la luz. Aparecen de noche, se les ve planear al contraluz del cielo entre las sombras y un resto de claridad que le queda a la tarde, se van haciendo con la situación y con el espacio. Alguna vez, despistado, uno se cuela por una ventana que permanece abierta ansiosa de un rabo de aire que salpicará de pronto y por sorpresa el rostro agradecido, y entonces se acaba la paz y comienza una discordia insuperable, hasta conseguir que el bicho desaparezca y mis nervios vuelvan a su sitio.
No hay nada que me cause más repugnancia que esos pequeños alados negros que últimamente se han establecido en los rincones oscuros de nuestro barrio. Al verlo por primera vez pensé que podría ser un pequeño gorrión desorientado o un vencejo que perdió la rama, pero después descubrí que se trataba de un bicho al que no había visto nunca y que solo conocía a través de la literatura cuando se convertía en hombre insaciable de sangre y devoraba con ansia y deleite la resistencia de sus víctimas.
No sé por qué a estos pequeños e inofensivos murciélagos les tengo tanto miedo y me causan tanta repugnancia. Como si fuesen vampiros, más o menos. Y como si alguna vez me hubiese creído las leyendas. Y como si, -esto es lo más grave- a falta de vampiros que animen las moches de chiringuito y playa, la presencia de estos inofensivos voladores cause en mí la sensación de estar siendo víctima de la gran estafa del verano.