el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida

EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA

En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres


Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.

sábado, 28 de agosto de 2010

11 Septiembre







Eran casi las diez

Eran casi las diez de un día que se postulaba como el del fin del mundo.
Cientos de agoreros charlatanes patentan el suceso y millones de asombros inquietantes le rinden pleitesía a las más duras voces levantadas, a los ecos más fieros, y la más firme condena es declarada como anticipo a todo cuanto vendrá después.
Y de pronto nos vimos allí, hechos un solo cuerpo lastimado, la fe rendida ante lo irremediable, con el dolor hundido hasta las vísceras, haciendo apología del fatalismo mientras el mundo se envolvía el polvo incandescente.
La sangre derramada nos salpicaba a todos a miles de jornadas de la oscilante torre cercenada que se pulverizaba horriblemente sobre el mundo.
La tierra ya no era el latifundio del más fuerte, ni América la tierra segura y planetaria a la que todos mirábamos ahora reducida en escombros, soportándoles el miedo a través de la pantalla.
La elección de los dioses ya no era un problema pues todos habían quedado reducidos al sentimiento de saberse vulnerables.
La sagrada intimidad de los despachos quedó expuesta entre cenizas y entre llamas y el pavoroso rostro de la muerte fue descompuesto en partículas anónimas, configurando el rostro universal de la más inhumana, temida y ya esperada represalia.
Ya no le cabe más asombro a nuestros ojos ni más incertidumbre ni más miedo, ni más ira ni rabia. Ya no nos caben más los sentimientos. Porque estamos tan muertos como aquéllos que caen desde el cielo convertidos en viento que el aire ha calcinado, en esta mañana que parece inventada por un sueño, por una pesadilla producto de una mala noche de resaca.
Es la incredulidad lo que aflora a la cara, a los ojos atónitos y asombrados de espanto, ciegos, sin ira, inundados de espasmo y de fatiga. Abandonados gestos de impotencia, sentimientos sin nombres conocidos, cólera muda, dolor sin inventarios, fiero despecho es lo que acude al solar de la desdicha donde estuvo el gigante venerado, y hoy vencido.
Donde el mito y los dioses más ardorosamente bendecidos en convierten en fábula, y esculturas de adobe corrompibles, falsarios, indecentes, maniqueos, aprenden a llorar como seres humanos.
…Y ahora, ¿qué? ¿Hacia dónde miramos? ¿Cómo serán los días que vendrán, que tienen que llegar irremediablemente para todos? ¿Cómo será posible seguir viviendo así, asistiendo a lo que ha de pasar cuando la pasión se haya convertido en tensa calma? ¿Cómo sería esa gente que murió, de dónde provenía, qué soñaba? ¿Cómo seremos nosotros a partir de esta mañana cuando se nos borre del rostro el signo de interrogación, cuando desaparezca el pavor de nuestra incrédula mirada?
…Y ahora, ¿qué? ¿Qué pasará mañana?
Haremos un entierro común sin muertos, será una ceremonia solemne, con cultos de silencio y sin campanas. Sólo con un dolor, un inmenso dolor y lágrimas, muchas lágrimas…
Y luego vendrá alguien y elevará la voz y gritará a los vientos como un dios iracundo pidiendo y reclamando la venganza.
…Y ahora, ¿qué? Y mañana…¿Qué pasará mañana?



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jueves, 26 de agosto de 2010

la inercia del calor




A veces apretamos la boca mientras iniciamos una sonrisa tozuda y asentimos firmemente con la cabeza. Acabo de ver ese gesto en un final feliz de teleserie americana y me ha recordado a mí misma cuando me he sentido dispuesta a terminar una labor que comencé y se quedó quieta en alguna puntada, dándome el ánimo suficiente para continuar. Eso es. Un gesto de autoayuda, de convencimiento, de afirmar que podemos hacer algo, estar en un sitio, escribir un poema, llegar a la luna, convencer a nuestro enemigo de que lo amamos. Como si al apretar los dientes y los puños la decisión se adoptara de forma irrevocable, como si ese gesto llevara implícito la imposibilidad de volver atrás ni dejar pasar un minuto más antes de ponernos en marcha o reiniciar el proyecto.

Recuerdo haber hecho ese mismo gesto hace escasamente media hora, justo cuando me he venido a sentar ante el ordenador y lo he puesto en marcha. He abierto mi carpeta de archivos y he buscado el que quería, lo he abierto, he seleccionado un trabajo de los muchos que tengo empezados y detenidos en algún punto de la escritura que he decidido desde hace tiempo que fuese un punto muerto, un punto suspensivo y sin continuidad. Mal hecho, he dicho, una vez más. Aquí tienes doscientos trabajos comenzados criando malvas, muchacha, malvas y telarañas. Es hora de ponerse en marcha.

He puesto el ventilador, han volado algunos papeles de la mesa, he bostezado con cierto cansancio, he sentido el peso del calor haciendo presión sobre las sienes, he dicho algo entre dientes y he mandado a mis intenciones a que se muden a un lugar más fresco y a dejar el ejercicio para más tarde.

Todo es demasiado espeso para moverse con libertad en este aire.


¿SOMOS

TODOS

IGUALES?...

martes, 24 de agosto de 2010

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Cuando el demonio no tiene nada que hacer, juega a inventarse signos, a limpiarse los mocos en la manga, a guardarse los ases donde todos pueden verlos.

Nadie da crédito a lo que ve. Nadie le cree y por eso sonríe satisfecho. Es su sino, pobre.

LOS VALLES AMENOS

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Se acurrucaba el bosque
encantador de silencios y de hormigas
y el río se deslizaba por corrientes
de ida sin retorno posible hacia la vida,
y el aire se enredaba en un infatigable
juego de arrítmicos acordes.

Aquella era la paz tantas veces soñada
idealizada en todos sus extremos, ajena a las miradas,
quimérica, ficticia, inescrutable.
Aquélla era la paz inverosímil de los muertos.

Lo idílico sin falsas apariencias,
bucólico y perfecto sin mieles que empalagan,
lo más grato, apacible y delicado
que pueda disfrutar un alma humana.
Y entre los altos sauces que rozaban el cielo
dos guirnaldas esbeltas sostienen el trapecio
con el que mueves el aire, feliz y alborozada.

En un lugar del tiempo en el que nada existe,
donde la no presencia es solo una vaga sensación de frío,
estábamos las dos mirándonos de frente
sin miedo a los agravios, caladas de rocío,
estrenando en el tiempo las más viejas miradas
por el campo invisible de estos valles amenos.

En este confín de tierra enamorada al que llegaste ayer muerta de miedo
te ruego me reserves un lugar y una silla
sostenida con dos guirnaldas desde el cielo.
Pues yo quiero morir
si es así ese lugar al que vamos de muertos
y si tú estás allí
Y me esperas paseando los sueños por el aire, con los brazos abiertos.


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Para Ella, en un aniversario de su muerte

Nunca segundas partes fueron tan buenas (necesarias)

El Certamen del Canal Literatura - Parte 2.- (Y última)

Creo que tiene razón mi amigo Dami, a quien le he comentado lo que estaba haciendo, cuando me dice que es mejor dejar las cosas como están, no menear-las, impedir que se difundan los malos olores. Así evitamos contaminación. Soy partidaria de esto mismo, pero algo me escuece muy a flor de piel, me duele, me pica, me irrita, me convierto en un ser visceral, protesto ante las injusticias, me quemo porque pongo las manos en el fuego. Y las pongo por mí.
Así que continúo. Un día Luisa copia una cosa que yo he colgado en mi muro para ponerlo en el blog del canal, para lo que me ha pedido permiso, y yo se lo doy aunque no sé para qué es. De todas formas hubo un mal entendido aunque no pasó nada extraordinario después de las aclaraciones. Creo. Pero al menos en mí se ha instalado un mar de fondo, reconocible e insolidario. Cuando no entiendo algo no participo de nada. Me cuesta entender, soy cerrada de cascos, bruta, que se dice en mi pueblo.
Al mismo tiempo critico –opino negativamente, según mi forma de verlo- sobre un texto publicado en el Blog del Canal por Luisa Núñez. No entiendo parte de sus comentarios, no estoy de acuerdo con algunos de sus planteamientos y lo expreso así. No sucede nada especial, pero se comienza a tejer la red usando para ello la madeja de los descosidos feos. Al parecer nadie puede expresar un punto de vista contrario a la objetiva reflexión de la administradora del Blog.
¿Qué pasó después? Todo es tan sutil que me desvanezco en mitad de los caminos. Las encrucijadas carecen de sentido. En una búsqueda atrasada por los trabajos colgados en el Blog del Canal Literatura, no encuentro mi último poema, el que Luisa se llevó de mi muro; y en un momento de calor le escribo preguntando el por qué de su acción, creyendo que de verdad ha eliminado lo que antes colgó. Yo me había equivocado y no tuve paciencia para mirar todos los trabajos atrasados hasta llegar al mío, que efectivamente, permanecía allí, en el orden correspondiente al día de aparición. A todo esto, las cosas están tan feas que ni el hecho de pedir disculpas es capaz de calmar la tempestad. Si se me aceptan o no es algo que ignoro. Aunque mi sentido anexo me dice que efectivamente no se me dio credibilidad, pues a partir de entonces se han dejado de exponer los comentarios que envío cuando algo de lo publicado en el blog me gusta o atrae mi atención. Se ha borrado mi marca como seguidora del blog, he pasado a ser una “proscrita” y permanezco en los márgenes de la fiabilidad.
Ante todo esto, la indiferencia es la mejor de las actitudes. Y a partir de ahora entraré en ese estadio, pero antes quería dejar escrito esto. Solo he querido ser objetiva, clara y concisa. ¿Bajo mi punto de vista? Bajo el punto de vista de mi visión, de mi realidad. He dado grandes saltos en las explicaciones, pero todo está aquí más o menos condensado. Tanto mis impertinencias como las posibles actitudes jerárquicas y faltas de objetividad de quienes me piden dejar un grupo en el que antes me han invitado a entrar. Yo sé que esto no le importará a nadie, pero me importa a mí y con eso es suficiente.
Lo único que quiero es ratificar mi total y absoluta independencia y mi total y absoluta falta de comprensión con aquélla actitud que me coloca ante la pica de la suspicacia; y mi queja, porque a pesar del tiempo transcurrido todavía nadie me ha dicho qué era tan importante en Internet, para que yo dejara el Grupo de Lectura porque un participante declara su identidad y resulta ser un conocido. Me gustaría saber cuántos de aquellos concursantes son realmente conocidos de los organizadores y apoyados por ellos. Algunos deberían aplicarse parte de esa coherencia que reclaman en los demás.
Ya debería haber pasado de todo esto y mucho más después de tanto tiempo transcurrido. Pero estoy dolida y no me queda otro remedio que decirlo. Hasta que no lo haga no me sentiré libre. ¡Ya está!
Esto de los concursos… Ahora se habla de coherencia y credibilidad como si solo la pudieran otorgar ciertos estamentos, y sólo estar cerca del punto de vista de quien se cree con derecho a emitir juicios nos ofrece el privilegio de dichos bienes. En otro momento se cuestiona e incluso se trata de ridiculizar un tipo de sensibilidad que alguien da en diferenciar y poner etiquetas de buenas y malas. De sinceras o ridículas sensibilidades. Nadie puede ser tan sabio como quisiera ni ofrecer la credibilidad que niega a otros. Quien así piensa deja de ser coherente consigo mismo.
Sigo llamándome igual, sigo siendo la misma, no he cambiado más que en algún motivo externo casi imperceptible (o pronunciado, quien sabe). Mi color es el mismo, mi cabeza funciona igual, no me han cambiado nada. Mi credibilidad me la otorgan mis amigos porque me la merezco por mí misma. A estas alturas de mi vida no me veo en la necesidad de demostrar nada. Quien quiera creerme que me crea, y quien no, que me ignore, que haga oídos ciegos y ojos sordos a todo lo que vea y oiga, porque así demostrará su propia supremacía y será coherente con sus propios principios basados en la teoría del aire. Yo mientras tanto seguiré tropezando con las mismas piedras.
Y cuelgo esto en mi blog porque me da la gana y porque aquí no va a cuestionármelo nadie. Tampoco lo leerá nadie. No creo que haya motivo para la discordia.
Un saludo, que si alguien entra y me ve, no quiero que me tome por estúpida.

lunes, 23 de agosto de 2010

Silencio




SILENCIO.

SE SUEÑA...

domingo, 22 de agosto de 2010




Alguna vez he cogido un tren y llegué a mi destino. Otra vez cambié de rumbo sin darme cuenta y aparecí donde nadie me esperaba. Pero la mayoría de las veces se me escapan, se marchan antes de que les de alcance.
Esos son los que más duelen.

LEJOS DE LOS MUNDOS DE YUPPI

El VII certamen del Canal Literatura, mi participación en el Blog y yo misma. (Primera parte).-

Me llamo María Dolores, soy una mujer sencilla, tranquila, visceral en algunos momentos, apasionada según qué casos. Tengo gustos sencillos, soy de ideas claras, de ideas izquierdosas, de costumbres viejas. No cambio de gustos ni de ideas y por esa parte resulto aburrida. Por otras también. Me identifico con las mismas cosas con las que he convivido siempre. No ando a la moda. Me adapto a la comodidad de los tiempos. No me gusta herir por decir una verdad. A veces paso mucho tiempo callada.
Me he decidido a contar mi experiencia acerca del Canal Literatura, con quien he estado colaborando durante unos meses y manteniendo una actitud agradecida y amistosa con su administradora al menos por lo que a mí respecta. También por su parte, creo, ha habido justa correspondencia.

En un momento determinado me ofrece formar parte del grupo de lectura para el VII Certamen de Creación literaria, lo que considero un honor y acepto encantada. Cuando se pone en marcha el certamen y comienzan a aparecer los primeros trabajos me sumo al proyecto con total dedicación. No dije antes que mi mayor pasión es la literatura.
Va pasando el tiempo y la actividad en el blog del Certamen se agiganta, los trabajos llegan en avalancha, la diversidad y calidad de los mismos se va haciendo cada vez mayor. Hay algunos trabajos estupendos, que denotan mucha creatividad y son un gran valor y un desarrollo literario enriquecedor para quien está leyendo y se ve en la necesidad de poner un cifras numéricas a quienes considera muy por encima de sus propios valores literarios. Pero así son las cosas. Sin embargo creo que sé leer y valorar lo que leo.

En uno de los momentos de mayor apogeo de relatos enviados y comentarios de los mismos concursantes enviados al certamen, se descubre –no sé si deliberada o accidentalmente- que el autor de uno de los trabajos, que además está levantando polémica con sus comentarios, es alguien que está en mi lista de amigos de una red social, que a su vez ha sido “captado” junto a otros amigos míos, por la misma administradora del blog, para formar parte de su ingente colección de miembros sumados a su panel lateral izquierdo.

Una mañana de domingo, en un alarde de sutileza maestra, como solo sabe hacer la gente que es capaz de torear con las dos manos, me invita a dejar el grupo de lectura, argumentando mi posible malestar, (quizás quiso decir implicación) ya que el personaje en cuestión ha declarado su identidad, resulta ser concursante y amigo, observa actitudes francamente encontradas con la organización, y en internet estas cosas se convierten en temas delicados. (¿) No estoy molesta porque no entiendo nada. No sé lo que ha pasado y prefiero enterarme debidamente de lo sucedido. No he estado pendiente del desarrollo de los acontecimientos y esto me sorprende de buena mañana.

Y aunque así fuese no puedo ser responsable de las actitudes que adopten personas individuales, estén o no estén adscritas a un panel social, sean o no amigas mías.
Dejo el grupo de lectura sin estar de acuerdo con ello. No debí haberlo hecho, pero lo hice. Me mantengo al margen del blog del Canal, no envío trabajos nuevos, no mantengo comunicación con nadie del canal Literatura, con su directora, como hacía antes habitualmente. Me siento mal, pero en ningún momento dejo ver lo que es una clara señal de protesta, aunque tampoco nadie lo observa; es como si mi actitud pasara absolutamente desapercibida, pero yo sé que sólo no se me hacía caso.

Soy receptora del sentir de estar siendo incoherente con mis propios principios. No he cometido falta alguna y me veo privada de seguir desarrollando una actividad que me apasiona y llena de entusiasmo. Veo que eso no le importa a nadie, y que solo se han cumplido los deseos de quien quería verme fuera por motivos que no acierto a comprender y que nadie me ha explicado todavía. Durante aquél día se me dijo en un correo que pasados estas fechas, me darían explicaciones de por qué se adoptan estas medidas, que cualquier cosa en internet tiene unas dimensiones extraordinarias, y cosas por el estilo para mantenerme conforme. Siempre he sido confiada (tonta) y no tengo esperanzas de cambiar. Tampoco la ilusión de hacerlo. Sigo creyendo en la gente porque a veces el género merece la pena.

Después las cosas comenzaron a ir de mal en peor. Pero lo seguiré contando en la siguiente entrega, porque nada hay terminado si no se llega al final.