el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida

EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA

En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres


Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.

jueves, 24 de diciembre de 2009


EL VIENTO

El viento sopla a rachas con fuerza de huracán y a ratos se detiene como tomando aliento para impulsarse de nuevo con vehemencia. Los árboles agitan sus ramajes más viejos y fuertes, y sus débiles tallos hace ya tiempo que saltaron al aire chocando violentamente contra lo que encontraron a su paso, en su camino. El viento se detiene pensativo como un peregrino cansado que a cada tramo toma aliento y retoma el camino con más fuerzas.
El viento, insolente como un viejo descarado, impertinente y soez me levanta las faldas, me agita el pelo, me enciende los colores en la cara. Pero este viento de ahora no es el descarado que se asoma y se esconde, burlando, persiguiendo, engañando a las niñas que bailan solas. Este tiene la furia de un ciclón devastador y profano, es como un dios al que no se le ve, pero del que se sienten sus daños, se sufren sus condenas, se padece su ira, su cólera y su miedo.
…El miedo. Qué curioso que dije el miedo. Es como si aceptara que el viento tiene con sus componentes un alto nivel de miedo oculto entre sus bravatas, del mismo modo que muestra su cara violenta y arrolladora. Ese tanto elevado que el viento guarda de su cobarde presencia, es el que le hace ir como un fugitivo entrando por las rendijas sin mostrarse abiertamente, con sigilo y provocando al mismo tiempo el miedo que se guarda temeroso para que nadie le descubra.
Cuando el viento es temeroso e irresoluto y avanza azorado con miedo a ser descubierto, produce el mismo efecto esotérico del frío indescifrable, como si la piel clandestina de un reptil se hubiese deslizado veloz y subrepticiamente por la sensible dermis originando esa desagradable sensación de escalofrío que nos recorre en vertical desde la zona occipital hasta las uñas de los pies.
El viento, el asesino… También el asesino cuando es huracán y está descontrolado. ¿Pero quién puede controlar al viento? ¿Quién puede manipular su furia, administrar su ira, conducir sus recursos, procesar sus devaneos lujuriosos? ¿Y quién puede pedir justicia al viento? ¿Responsabilidad por sus quebrantos? ¿Daños y perjuicios por los estragos causados, por las calamidades obtenidas por la iracundia de sus latigazos?
Cuando el viento amenaza no es un bravucón que se jacta, pendenciero; ni el humilde y dócil elemento que se muestra respetuoso de la orden recibida por las fuerzas oscuras que dirigen su conducta, que originan su maldad y lo convierten de suave y benigno aire puro, en altivo e insolente viento del demonio. Cuando el viento amenaza está rindiendo tributo a las potencias naturales que lo impulsan. A sus dioses, a los robustos y excelsos poderes que lo mantienen vivo a cambio de las víctimas inocentes que les presentan para ser inmoladas en el altar de las estúpidas ofrendas.
El gran chantajista jugando con ventaja, manipulando el aire con sus trapicheos indecentes, alterando los ritmos de la vida, permutando vidas y sueños por el cambio ventajoso de lo que quiera pedir en el canje. Y el viento habla con el aire.
--Me llevo el vendaval y te dejo dos víctimas…
--¿No puedes irte sin llevarte nada?
--Dos niños.
--Por dios, no. Un adulto… un viejo.
--Dos niños…
--Me llevo la ira, ya te lo he dicho… y dos vidas. Lo que señale mi dedo o no hay trato.
El viento, el asesino no entra en negociaciones. Asola lo que puede, lo que encuentra a su paso. Destruye, arruina, extingue, saquea y aniquila.
Después se va. Pero antes ha derribado la cornisa que daba sobre el patio, el muro entre dos bloques de viviendas que nadie tuvo reparos al ver cómo oscilaban, algunos árboles de la alameda cercano al parque donde algunos niños jugaban distraídos. Mañana, tal vez dentro de un rato, cabizbajos y vencidos, haremos el recuento y sabremos cuantas víctimas hemos pagado por ello. Para que el viento por fin nos abandonara.

miércoles, 23 de diciembre de 2009



Para que la historia continúe debió haber tenido un final. Un punto y seguido, un momento en que algo se interrumpiera, un ruido que nos pusiera en alerta.

Pero la histotia no continúa, no sigue. La historia recien ha comenzado y quien se puso a escribirla no planteó estrategias, no diseñó posibles finales, no buscó alternativas. A los protagonistas los desposeyó de leyenda, a los malos los invistió de poderes infinitos, a los inocentes y a los débiles solo les dió armas para la no violencia. Armas con las que solo podian acariciar el cielo.

La historia será un momento pero dejará mártires y muertos en el camino. Y entre tantas historias y leyendas y muertos y mártires, nadie se acordará de ella pasado algún tiempo.

alguien sí, alguien la recordará. No sabemos con qué lectura, bajo qué argumentos, con qué emoción, pero alguien la recordará. Muchos la recordaran. Estoy segura.

martes, 22 de diciembre de 2009




EN SOTIEL, LEYENDO A PESSOA

Desde aquí y desde estos sentimientos de soledades y lejanías y sin deseos de acercarse a nada terrenal que no sea el propio terruño abrupto, pero dócil y amansador, exquisito sostenedor de traumas y desarraigos, se hace difícil entender que puedan existir otros mundos, otros lugares donde se están desarrollando guerras, donde se muere de hambre y de epidemias, aún a estas alturas, y donde el descontrol del egoísmo humano ha conseguido acelerar la pérdida de todos los valores. Es casi imposible alcanzar con la imaginación la realidad de esos mundos exteriores a los que nos enfrentamos cuando ponemos la televisión en un rasgo de heroísmo individual y colectivo, de forma maquinal o plenamente conscientes de nuestros actos. Desde aquí es fácil magnificar la visión de cualquier escena violenta, porque a la naturaleza no se le pueden atribuir tragedias. Es a la consecuencia de los hechos de los hombres a los que se les debe poner todo tipo de reparos, ya que él actúa por propia voluntad, y es creer que eso es posible lo que se le hace difícil a la comprensión, al corazón y a la voluntad.

Si pudiera evitar saber que esto también es engañoso no me movería jamás de este recinto. Seguiría por siempre jamás aquí aplastada bajo el peso del enorme silencio, clavada a plena conciencia en esta enorme soledad de piedra. Por eso voy y vengo, alternando ficción y realidad, impregnando mis neuronas de campo y libertad y volcando en la ciudad los excrementos sanos que contienen mi aliento y mis zapatos.

Facebook | Fotos de Carolina León - Cargas con el móvil

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Hay que vivir para seguir viendo caritas, gestos, sonrisas como estas.

lunes, 21 de diciembre de 2009


Me gustaría mirar estas fechas con otros ojos.

Ser niña otra vez. Carecer de miradas desatentas. Gesticular lo justo, asombrarme por todo, engañarme por nada, no sentir necesidad de mendigar sonrisas o atenciones, tener la conciencia tranquila, o no sentir conciencia de nada porque aún no preciso tenerla.

domingo, 20 de diciembre de 2009




Soñó que era de nieve y levitaba en el espacio como una nube blanca, errática y volátil. Era verano y buscaba una sombra y no la hallaba…
…Y era la única bola de nieve que hacía ejercicios en el aire y parecía una nube blanca en mitad de un espacio inmenso y desolado…

…Y soñó que comenzaba a derretirse. Con la rapidez del pensamiento se quedaba sin dedos y sus signos faciales perdían con prontitud las marcas que lo distinguía. No sabía dónde caían los restos derramados y le faltaba espacio para moverse, y le faltaban dedos con los que asirse a nada…

Y cada vez era más redonda y más perfecta. Y cada vez era menos alguien y más desconocida.
Soñó que despertaba.

Estaba desnuda y sollozando. Su cuerpo reposaba sobre un lago de lágrimas salobres donde ella flotaba. Lloraba y se sentía feliz.
No recordaba ya desde cuándo no lloraba…
La intención de hacer cosas, el afán de cración, de llevar a cabo varias cosas a la vez, debe ser algo tan caótico como este edificio-caracol, tan sorprendente y mágico. No llegamos a saber nunca donde empieza ni donde termina la intención y comienza el des-barajuste que hace que lo dejemos todo a medio hacer.
Tal vez a primeros de año, como siempre, comience algo para dejarlo terminado de inmediato. La intención es lo que cuenta.
¡Que aburrimiento!