el amor es el único y último recurso que nos queda para salir ilesas de la vida

EL AMOR ES EL ÚNICO Y ULTIMO RECURSO QUE NOS QUEDA PARA SALIR ILESOS DE LA VIDA

En mi casa había un libro. A decir verdad, había tres


Hay versos que se escriben cuando se han acabado las palabras.

sábado, 6 de noviembre de 2010

SOLO TU BOCA



Se han movido los cimientos de la tierra, los ríos se han partido en cientos de afluentes y han corrido buscando vertientes efímeras y lejanas y se han tragado el fuego los volcanes y han eructado espumas las gaviotas. Se han perdido cosechas importantes, han quedado expuestas las miserias de las minas, la noche se ha precipitado sobre el mundo y las montañas de rocas han escupido piedras. Todo ha quedado reducido a escombros.

Solo tu boca se salvó de la barbarie.

Corrimos despavoridos como locos buscando la salida. Las puertas se cerraron, la gente se pisaba enloquecida, los más malos juraban por sus muertos, meteoros salvajes, flechas envenenadas, idearios destrozados bajo bancos de cenizas, luciérnagas sin luces y flautas sin sonido, caracolas sin brisa, palabras como gritos, semáforos groseros y rayas amarillas. Escombros, más escombros y montones de muertos. Estiletes en las uñas y miedo en el asfalto. El mundo es un problema sin solución alguna. Las estatuas destrozan sus peanas, el caballo monta a su jinete y el cielo se pone boca abajo y escupe sobre el mundo y nos ensucia. Y cuando preguntamos nos responde con monedas manchadas. Y quien sabe la respuesta se la calla, quien no la sabe miente y habla, pero nada se ha salvado de la ruina. La tierra es un lugar inhabitable y hueco.

Todo ha quedado reducido a tu boca.

Solo tu boca me salvó de la barbarie

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LA NOCHE DEL COMETA

Era una noche distinta y extraña aquélla noche, aunque parecida a todas las anteriores en el formato de calor insufrible y terco, con vaharadas de aire caliente que penetraba en los entresijos de los instintos. Habían pasado muchas noches entre ésta y aquélla otra que no consigue olvidar, pero no había sucedido nada digno de recordar; sólo que ella creyó morir, que su reloj, en muchos momentos, se paraba. Había subido la temperatura considerablemente, el cielo se veía altísimo, intensamente negro y estrellado. Había un brillo especial en las luces de la calle, un brillo salpicado de opacidad y hasta el silencio parecía estar expectante de algo inaudito que estaba por ocurrir.
Parecía reflexionar en la grandiosidad de aquélla noche cuando fijó los ojos en la bóveda inmensa, brillante y negra que se sostenía sobre el mundo, y se sintió pequeña hasta la enormidad, insignificante y nula. Pensó que el hombre no podría nunca ser tan perfecto como todo aquello. Y entonces fue cuando lo vio, mayestático y hermoso ante la nebulosa de su estela plateada.
Solo, errante, por los siglos de los siglos. Y supo que un hombre sólo, una mujer, solos bajo aquella noche, como estrellas sin luz y extraviados entre millones de estrellas, no son nadie, no son nada. Apenas dos migajas de una nada enorme, perdidos en una enorme soledad desértica.
Y sintió algo indescriptible en su interior, como si de pronto se reconociera en una edad lejana, cuando aún se sabía una romántica incorregible, cuando aún era rebelde y subversiva y guerreaba en las calles y portaba estandartes y gritaba consignas y se sentía capaz de cambiar el mundo y sus sistemas, porque sabía que vivían en un mundo imperfecto y soñaba con hacer otro maravilloso, como si de la nada de un sueño pudiera cambiar las cosas…



…Y comenzó a elevarse sin despegar los pies del suelo hasta alcanzar al cometa que la esperaba solo en la altura, en la bóveda estrellada y negra del firmamento.

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