EN SOTIEL, LEYENDO A PESSOA
La mañana está fría y desapacible. Tanto silencio y tanta soledad han conseguido que apenas me diese cuenta de estar en algún sitio. Calculo que debo llevar aquí más o menos una hora leyendo y escribiendo, alternando el orden según el momento o la preferencia, y aún no he visto a nadie pasar por la calle. Sin embargo, cientos de pájaros se alinean posados en los cables del tendido eléctrico, y un perro se me quedó mirando descarado y cuando ya comenzaba a preguntarme si tendría dueño, al no reconocerlo de ningún vecino de la calle, he creído que me transmitía una tremenda carga de tristeza a través de sus ojos medio ciegos cargados de legañas, y parece que creía preguntarme entre cruel y tierno, “Sí, estoy solo, pero tú, ¿acaso estás o te sientes acompañada?”… Me he quedado pensando que si de verdad el perro me hablaba y decía esas palabras, ¿qué podría contestarle yo en el caso no hipotético de querer entablar con él una conversación?
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